“Black Widow”: Adiós, Scarlett Johansson; hola, Florence Pugh

La nueva película de Marvel le concede una mejor despedida a la súper espía a la vez que le da la bienvenida a su sucesora.

Por más que ahora pretendan indicar lo contrario, la película de Black Widow nunca fue una verdadera prioridad para Marvel Studios. De haberlo sido, la habríamos visto a mediados de la década pasada, mientras el MCU (a estas alturas, dudo que haya que explicar las siglas) se convertía en la mayor potencia del entretenimiento masivo cinematográfico. Su producción se continuó postergando hasta que el estudio no aguantó más la presión externa ante la falta de personajes femeninos al mando de sus filmes -delante y detrás de las cámaras- e, incluso así, pautó su estreno para luego de que el personaje de “Natasha Romanoff” fuera despachado tan patéticamente en Avengers: Endgame -sacrificando su vida por el único otro miembro de los Avengers más insignificante que ella-, por lo que ahora llega a los cines y Disney+ Premium Access, más como un llena blancos y un pase de batón, que como un evento imperdible dentro de este expansivo universo. Sin embargo, esas son las faltas de Marvel como casa productora, y no las de este blockbuster que cumple comedidamente con matar el ocio por poco más de dos horas.

Black Widow depende sustancialmente de la fortaleza de su elenco, y Florence Pugh es la más robusta de esas columnas.

Su argumento se sitúa justo después de los hechos de Captain America: Civil War, con los aliados del capitán “Steve Rogers” siendo señalados como enemigos del mundo y perseguidos por no haber aceptado los Acuerdos de Sakovia. Nos reencontramos con “Natasha” (Scarlett Johansson) viviendo clandestinamente -nada atípico para la súper espía-, pero esta no solo se ve acechada por los gobiernos del mundo, sino además por la vil organización secreta que la entrenó. Once años después de haberla visto por primera vez en Iron Man 2, el libreto de Eric Pearson finalmente nos ofrece un vistazo al pasado de esta mujer que creció con una familia falsa compuesta por espías rusos infiltrados en Estados Unidos, hasta que tanto ella como su hermana postiza fueron enviadas al “Red Room” para su entrenamiento, tortura, condicionamiento y estelirización. En síntesis, esto es Red Sparrow para toda la familia, con la típica acción y liviana historia de una oferta de Disney, sin entrar mucho en todo lo relacionado al tráfico humano y sexual al que son sometidos estas féminas. Eso no luce bien en los vasos temáticos que venden en los cines.

El pasado de “Natasha” regresa a su vida a través de su hermana de crianza, “Yelena Belova” -interpretada por la siempre fantástica Florence Pugh- quien logró escapar de la organización y ahora solicita la ayuda de su antigua compañera de cuarto para liberar al resto de las “Widows” del control mental que tienen sobre ellas. Resulta insólito que ni siquiera en su propio filme la actriz que lleva más de una década encarnando a este personaje pueda brillar más que nadie, pero Pugh le roba el largometraje a Johansson sin mayor esfuerzo. Black Widow depende sustancialmente de la fortaleza de su elenco para sostenerse, y Pugh es la más robusta de esas columnas. La actriz británica ciertamente tiene el papel más llamativo, poniendo a buen uso su humor sardónico para mofarse de “Natasha” y su identidad de súper heroína, por lo que no debe sorprender que la película haya sido diseñada primordialmente para presentarnos a quien será su sucesora. Esto deja a Johansson – una vez más- un tanto marginada, aunque no al mismo nivel que cuando estaba rodeada de hombres, pero hay muy poca novedad en su última interpretación de este papel. Dicho eso, la química entre ambas es estupenda, y más que necesaria para sobrellevar la primera mitad.

El casting es el mayor triunfo de la película.

Black Widow se tarda en arrancar. La acción no se torna memorable hasta la secuencia final -cuando la pantalla se tiñe de rojo y el multimillonario presupuesto se hace más que evidente- donde visualmente la película parece cobrar vida luego de dos actos más sosegados en los que se nos da la oportunidad de familiarizarnos con los personajes en escenas exentas de persecuciones y persecuciones. Quizás aquí es donde mejor se observa la mano de la directora Cate Shortland, en su primera cinta de esta escala tras dirigir tres dramas europeos, aunque con Marvel suele ser bien difícil notar la huella fílmica de sus cineastas. La estética definitivamente evoca al cine de Europa Oriental de la época de la Guerra Fría, y es durante estos intercambios más mundanos que conocemos mejor a los padres postizos de “Yelena” y “Natasha”, “Alexei Shostakov” y “Melina Vostokoff”, interpretados por David Harbour y Rachel Weisz, respectivamente. Harbour traer consigo el humor característico de un tipo que vive congelado mentalmente en sus años de gloria como el Red Guardian, el Capitán América soviético, mientras que Weisz le da a la historia un tibiecito calor maternal que va a tono con la naturaleza familiar que impulsa al filme. Podría decirse que el casting es el mayor triunfo de Black Widow, pero esto podría leerse más como una crítica que como un cumplido. Igual, el casting es el mayor triunfo de Black Widow.

Sé que esta reseña del primer estreno de Marvel en más de dos años no es tan efusiva como quizá muchos quisieran, pero es lo que es, tan lejos de los mejores como de los más flojos. Existe tal cosa como Marvel fatigue, y tras 24 largometrajes, tres series de televisión y más de ambas en camino, mentiría si dijera que seguirles el hilo a todas se ha ido transformando de puro entretenimiento a una necesidad del oficio. Endgame parecía el lógico punto final a todo el asunto, pero nada detendrá a esta colosal máquina de producir dinero, al menos no en el futuro cercano, y sería iluso esperar que todas cumplirán con las expectativas, o -mejor dicho- que no se conformarán con cumplir con las expectativas establecidas por el propio Marvel, sin aspirar a más que a reciclar su fórmula. Black Widow no es el mejor barómetro para especular hacia dónde se dirige el MCU (aunque la escena post créditos claramente apunta en una dirección, y solo tengo que decir… ugh), sino algo que el estudio tenía que hacer por cumplir, y esa razón de ser se percibe en pantalla. Pues ya la hicieron y ya cumplieron, y “Natasha” sigue tirándose por un barranco eventualmente, y la verdad es que aún no decido si esta película hace su sacrificio más o menos irritante (me inclino por “más”), pero fue la primera que vi en una sala de cine luego de un año, tres meses y seis días sin pisar una (sí, los conté), así que por eso nada más, siempre la recordaré.

Posted by Mario Alegre Femenías

Nacido en Puerto Rico y criado en el cine, Mario Alegre Femenías se desempeña como crítico de cine desde el 2003. Sus héroes cinematográficos incluyen a David Lynch, Akira Kurosawa, Studio Ghibli y Mr. Miyagi. En su tiempo libre disfruta de los juegos de mesa, los videojuegos y educar a sus hijos "on the ways of the Force".

%d bloggers like this: